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El amor, la eternidad y el abrelatas (Alvite)
(demasiado antiguo para responder)
lee anderson
2003-12-05 00:02:41 UTC
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El amor, la eternidad y el abrelatas
José Luis Alvite
Cada vez que reflexiono sobre el amor, recuerdo lo que me dijo una fulana al
romper conmigo: "Lo nuestro duró lo que tenía que durar, o sea, el doble de
lo que habría durado si no utilizásemos una pinza en las narices para
besarnos". Como suele ocurrir en estos casos, dejamos fluir la franqueza y
nos sinceramos hasta casi hacernos daño. Ella me dijo que de mi manera de
escribir realmente sólo le gustaban mis manos y que todas las frases que le
había regalado durante la intensa convivencia, las habría cambiado a gusto
por un chupón de Robert Redford en el cuello. Por mi parte, reconozco que
tampoco ahorré crudeza: "Es cierto que la noche que te conocí, pensé que
eras un hada llegada del cielo, pero ahora, nena, ahora lo cierto es que te
siento como si me hubieses caído encima lanzada desde un B-52". Eso nos
dijimos en una escena en la que lo único sutil fue ausentarnos
alternativamente al retrete. En el momento me comporté con sincera
espontaneidad pero ahora pienso que habría sido mejor ahorrarnos tanta
dureza. Cuando el amor se acaba, qué más elegante que resolverlo con un
toque Lubistch: "Todas las cosas hermosas se acaban, cielo. Se acaban la luz
del día y los poemas, se acaban las flores cuando llega el frío, nena, y el
amor no es más resistente que la primavera, así que sera mejor dejarlo antes
de que nos pille el invierno de los años y nos parezca insolente tutearnos
en pijama". Si rompes así, ella se toma el dolor como un cumplido:
"Agradezco tu sinceridad, cariño, y de tu caballerosidad aún espero que me
acompañes a la mueblería a escoger el dormitorio para mi siguiente marido".
El amor se acaba pero no hay que perder la compostura, siempre más
resistente que la pasión. Aspiras a la eternidad la primera vez que te
enamoras, pero con el tiempo comprendes que el amor se enfría cuando no hay
dinero en casa y cuando una madrugada descubres que la puta nevera calienta
la cena. ¿Y qué fue de vuestros sueños? ¿Dónde va el inicial entusiasmo? ¿Y
los atolondrados besos del parque que sabían como imaginas que sabría la
fruta si la madurases envuelta en la flor de la lencería? Todo iba bien y
parecíais felices hasta que un día ella te atajó al salir para la oficina y
te dijo: "Se acabó, Pepe. El mes pasado nos cortaron el teléfono y este mes
nos cortarán la luz. Lo nuestro es una ruina en todos los sentidos. No
esperaré a que mueras para coincidir en cama. Ya no somos niños. El amor,
como las películas, cuesta dinero. He preparado el equipaje y me marcho con
los críos a casa de mis padres. Es lo más sensato. Si continuamos aquí, los
niños perderán de ir a la escuela el día que por falta de pago nos corten
también la escalera". Y el caso, muchacho, es que no la echarías de menos si
supieses donde diablos guardó el abrelatas...
mcdyver
2003-12-05 22:55:08 UTC
Permalink
Alvite es impresionante. No hay otra palabra para decirlo
Mc
Post by lee anderson
El amor, la eternidad y el abrelatas
José Luis Alvite
Cada vez que reflexiono sobre el amor, recuerdo lo que me dijo una fulana al
romper conmigo: "Lo nuestro duró lo que tenía que durar, o sea, el doble de
lo que habría durado si no utilizásemos una pinza en las narices para
besarnos". Como suele ocurrir en estos casos, dejamos fluir la franqueza y
nos sinceramos hasta casi hacernos daño. Ella me dijo que de mi manera de
escribir realmente sólo le gustaban mis manos y que todas las frases que le
había regalado durante la intensa convivencia, las habría cambiado a gusto
por un chupón de Robert Redford en el cuello. Por mi parte, reconozco que
tampoco ahorré crudeza: "Es cierto que la noche que te conocí, pensé que
eras un hada llegada del cielo, pero ahora, nena, ahora lo cierto es que te
siento como si me hubieses caído encima lanzada desde un B-52". Eso nos
dijimos en una escena en la que lo único sutil fue ausentarnos
alternativamente al retrete. En el momento me comporté con sincera
espontaneidad pero ahora pienso que habría sido mejor ahorrarnos tanta
dureza. Cuando el amor se acaba, qué más elegante que resolverlo con un
toque Lubistch: "Todas las cosas hermosas se acaban, cielo. Se acaban la luz
del día y los poemas, se acaban las flores cuando llega el frío, nena, y el
amor no es más resistente que la primavera, así que sera mejor dejarlo antes
de que nos pille el invierno de los años y nos parezca insolente tutearnos
"Agradezco tu sinceridad, cariño, y de tu caballerosidad aún espero que me
acompañes a la mueblería a escoger el dormitorio para mi siguiente marido".
El amor se acaba pero no hay que perder la compostura, siempre más
resistente que la pasión. Aspiras a la eternidad la primera vez que te
enamoras, pero con el tiempo comprendes que el amor se enfría cuando no hay
dinero en casa y cuando una madrugada descubres que la puta nevera calienta
la cena. ¿Y qué fue de vuestros sueños? ¿Dónde va el inicial entusiasmo? ¿Y
los atolondrados besos del parque que sabían como imaginas que sabría la
fruta si la madurases envuelta en la flor de la lencería? Todo iba bien y
parecíais felices hasta que un día ella te atajó al salir para la oficina y
te dijo: "Se acabó, Pepe. El mes pasado nos cortaron el teléfono y este mes
nos cortarán la luz. Lo nuestro es una ruina en todos los sentidos. No
esperaré a que mueras para coincidir en cama. Ya no somos niños. El amor,
como las películas, cuesta dinero. He preparado el equipaje y me marcho con
los críos a casa de mis padres. Es lo más sensato. Si continuamos aquí, los
niños perderán de ir a la escuela el día que por falta de pago nos corten
también la escalera". Y el caso, muchacho, es que no la echarías de menos si
supieses donde diablos guardó el abrelatas...
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